Voy
corriendo descalza de un lado a otro de la habitación, el tiempo se
me ha pegado a los talones. Sebas debe de estar a punto de llegar y
no encuentro los zapatos, quizá estén aquí.
- ¡MIERDA!
- la media se me ha enganchado contra el galán de noche,
seguramente se había astillado alguna de las veces en que se me
había caído al suelo- ¡MIERDA!
- ¿Ya te has hecho una carrera, verdad?
- Si.. - Veo como se asoma por la puerta de la cocina con un trapo en sus manos -
- Eres un desastre, siempre te pasa lo mismo. Menos mal que te conozco y he comprado dos pares más, están en el último cajón de la cómoda.
- Que haría yo sin ti...
- Pues te irías a la presentación con una bonita y... - veo como me mira y sonríe – llamativa carrera.
- Lo sé , soy un pato.
- Lo eres, no lo vamos a negar.
- ¿Ya te has hecho una carrera, verdad?
- Si.. - Veo como se asoma por la puerta de la cocina con un trapo en sus manos -
- Eres un desastre, siempre te pasa lo mismo. Menos mal que te conozco y he comprado dos pares más, están en el último cajón de la cómoda.
- Que haría yo sin ti...
- Pues te irías a la presentación con una bonita y... - veo como me mira y sonríe – llamativa carrera.
- Lo sé , soy un pato.
- Lo eres, no lo vamos a negar.
- Gracias... - y veo como se acerca a mi, despacio y deja un dulce beso en mis labios al que sólo puedo responder con una sonrisa tonta antes de que retome el rumbo a la cocina -
- Anda, apúrate, o llegarás tarde.
- Sara – se gira para mirarme – te quiero. - y ella, con gesto de burla, me guiña un ojo -
- Nora...
- le digo con la voz totalmente ahogada por mis ganas de llorar.
- ¡Ey! ¿Que sucede?
- Me he hecho una carrera en la media y no tengo otras.
- No te preocupes, ayer compré unas por si acaso, te las acerco ahora mismo a casa, estate tranquila, ¿vale?
- Gracias...
- Anda, apúrate, o llegarás tarde.
- Sara – se gira para mirarme – te quiero. - y ella, con gesto de burla, me guiña un ojo -
Cuando
consigo desenganchar la media, levanto la mirada hacia la puerta y no
hay nadie, los ojos se me empiezan a cristalizar, me he quedado
totalmente inmóvil, aún no me he acostumbrado a que no aparezca por
la puerta solucionando cada uno de mis problemas, y ahora, no sé que
hacer. Mi móvil suena, a mi cabeza viene un nombre: Nora.
- ¡Ey! ¿Que sucede?
- Me he hecho una carrera en la media y no tengo otras.
- No te preocupes, ayer compré unas por si acaso, te las acerco ahora mismo a casa, estate tranquila, ¿vale?
- Gracias...
Oigo
el pitido del teléfono: ha colgado. Sonrío. Aún con los ojos
llenos de lágrimas, sonrío. ¡Vaya manía tiene de no decir nunca
"hasta luego"!