Confesionario Digital

jueves, 20 de diciembre de 2012

Levantarse con las manos ancladas al suelo II

Me levanto como puedo, debería darme una buena ducha, estoy hecha un asco, pero antes, me tomaré un café a ver si me despejo. Camino dirección a la cocina, paso por el gran ventanal que hay en medio del pasillo, veo el mar. Si, recuerdo que elegí esta casa precisamente por esto, cada mañana pasaría por aquí delante y vería el mar. Mi mar. El sol resplandece como hace días que no lo hacía y veo unos cuántos barcos de recreo que han salido a disfrutarlo. Y una sensación quizá aún más conocida se posa en mi vientre, es fuerte, decidida, cálida... muy cálida. Pero esa sensación sólo dura unos instantes en los que mi mente me ha transportado inconscientemente a otro día cualquiera, en el mismo lugar, a la misma hora. Suspiro.


¡Auch!


- Vaya, Nora tiene razón, ese sofá es matador. Quizá sea hora de cambiarlo.
 

Entro en la cocina y cojo la cafetera, está dura, no hay quién la abra, vale, está bien, me quito de la cabeza la idea de hacerme un café y me voy a la ducha, ya bajaré al bar de enfrente a desayunar.

1 comentario:

Any_Porter dijo...

Igual, además del sofá, debería cambiar más en su vida... ¿Quién sabe? Joder, ¡¡¡¡me intrigas!!!! :P