Me
levanto como puedo, debería darme una buena ducha, estoy hecha un
asco, pero antes, me tomaré un café a ver si me despejo. Camino
dirección a la cocina, paso por el gran ventanal que hay en medio
del pasillo, veo el mar. Si, recuerdo que elegí esta casa
precisamente por esto, cada mañana pasaría por aquí delante y
vería el mar. Mi mar. El sol resplandece como hace días que no lo
hacía y veo unos cuántos barcos de recreo que han salido a
disfrutarlo. Y una sensación quizá aún más conocida se posa en mi
vientre, es fuerte, decidida, cálida... muy cálida. Pero esa
sensación sólo dura unos instantes en los que mi mente me ha
transportado inconscientemente a otro día cualquiera, en el mismo
lugar, a la misma hora. Suspiro.
¡Auch!
- Vaya,
Nora tiene razón, ese sofá es matador. Quizá sea hora de
cambiarlo.
Entro
en la cocina y cojo la cafetera, está dura, no hay quién la abra,
vale, está bien, me quito de la cabeza la idea de hacerme un café y
me voy a la ducha, ya bajaré al bar de enfrente a desayunar.
1 comentario:
Igual, además del sofá, debería cambiar más en su vida... ¿Quién sabe? Joder, ¡¡¡¡me intrigas!!!! :P
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